«Esta es la verdadera libertad: ser capaces de dejarnos a nosotros mismos, cruzar los límites de nuestro pequeño mundo para abrir el universo». Alejandro Jodorowsky

Un Cuento Iniciático
A la sociedad de mariposas llega una avispa que les afirma “¡Yo soy una mariposa!”
-No -le responden ellas – eres una avispa.
-¡No! ¡No! ¡No! ¡Soy una mariposa!
-Entonces debes probarnos que lo eres. Allá, en ese templo, hay una gran vela, siempre iluminando con su llama las sombras de la noche. Ve a ver de cerca esa vela y luego regresas para contarnos lo que sentiste.
La avispa va hacia el templo. Entra en él, vuela alrededor de la llama, maravillada, y después regresa a la sociedad de mariposas. Les dice:
-Ya está, fui al templo y vi. ¡Es algo increíble, una luz esencial, la más grande de las maravillas!
Las mariposas le dicen:
-Vete de aquí, eres una avispa. Nosotras, cuando vamos al templo y vemos la vela, lo único que podemos hacer es dejarnos quemar por su llama, ya no regresamos.
Mensaje:
Sólo entregando su voluntad a su llama interior, el hombre alcanza la conciencia divina… El mismo misterio que sustenta el universo se encuentra en el centro de nuestro Yo esencial. Esa todopoderosa energía, simbolizada por la antorcha que enarbola el diablo del arcano XV del Tarot, es la que llamamos Dios interior, manifestación del Arquitecto Universal en nuestra encarnación. No se le puede conocer, pero si sentir. Para que actúe como aliado debemos atrevernos -en un estado de trance, éxtasis, gracia o iluminación- a sacrificar la insistente percepción de nosotros mismos, ideas, sentimientos o deseos, y de negación en negación acercarnos a su definitiva grandiosidad para aceptar que es el astro luminosos del cual solo somos la sombra… En este nivel de conciencia, se obedece continuamente. Nuestros yoes -el personal,
Algunas personas ingeniosas piensan que llegar a este estado espiritual (que ellas denominan iluminación) es como obtener un anillo de oro para lucirlo, como un aura, flotando por encima de la cabeza. En verdad, el nivel de conciencia divina no es un objeto.
Cuando nuestras ideas estancadas se hacen fluidas, obtenemos la primera explosión de conciencia, y al comienzo creemos que será para siempre. Nos equivocamos. Lo único permanente en este mundo es la in-permanencia. Lo que no cambia se estanca. La adquisición de la fluidez se asemeja a una piedra que cae en el centro de un lago. Así sucede con la expansión de la conciencia, aunque con la diferencia de que el lago espiritual es infinito.
Una vez comenzado el proceso, vamos de iluminación en iluminación, de sorpresa menor en sorpresa mayor, sin que el asombro feliz ante los nuevos aspectos de la realidad cese nunca. Donde habíamos buscado un objeto inmóvil, hemos encontrado un acontecer incesante.
Algunos aprendices de brujo cometen el error de creer que, con su ilusorio anillo de oro flotando sobre sus cráneos, son los amos, y que el Dios interior no es más que su sirviente.
Alejandro Jodorowsky, en su libro “Cabaret Místico”