
“Quiero fer una prosa en román paladino
en cual suele el pueblo fablar con so vecino,
ca non so tan letrado por fer otro latino,
bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino”.
Gonzalo de Berceo

Hablando en castellano |
Hablando en castellano, mordiendo erre con erre por lo sano, la materia verbal, con rabia y rayo, lo pone todo en claro. Y al nombrar doy a luz de ira mis actos. Hablando en castellano, con la zeta y la jota en seco zanjo sonidos resbalados por lo blando, zahondo el espesor de un viejo fango, cojo y fijo su flujo. Basta un tajo. Hablando en castellano, el «poblo, puoblo, puablo», que andaba desvariando, se dice por fin pueblo, liso y llano, con su nombre y conciencia bien clavados para siempre, y sin más puestos en alto. Hablando en castellano, choco, che, te, ¡zas!, ¿ca? Canto claro los silbidos y susurros de un murmullo que a lo largo del lirismo galaico siempre andaba vagando sin unidad hecha estado. Hablando en castellano, tan sólo con hablar, construyo y salvo, mascando con cal seca y fuego blanco, dando diente de muerte en lo inmediato, el estricto sentido de lo amargo. Hablando en castellano, las sílabas cuadradas de perfil recortado, los sonidos exactos, los acentos airados de nuestras consonantes, como en armas, en alto, atacan sin perdones, con un orgullo sano. Hablando en castellano, las vocales redondas como el agua son pasmos de estilo y sencillez. Son lo rústico y sabio. Son los cinco peldaños justos y necesarios y de puro elementales, parecen cinco milagros. Hablando en castellano, mal o bien, pues que soy vasco, lo barajo y desentraño, recuerdo cómo Unamuno descubrió su abecedario y extrajo del hueso estricto su meollo necesario, ricamente substanciando. Hablando en castellano, ya sé qué es poesía. Leyendo el Diccionario reconozco cómo todo quedó bien dicho y nombrado. Las palabras más simples son sabrosas, son algo sabiamente sentido y calculado… Hablando en castellano, decir tinaja, ceniza, carro, pozo, junco, llanto, es decir algo tremendo, ya sin adornos, logrado, es decir algo sencillo y es mascar como un regalo frutos de un largo trabajo. Hablando en castellano, no hay poeta que no sienta que pronuncia de prestado. Digo mortaja o querencia, digo al azar pena o jarro. Y parece que tan sólo con decirlo, regustando sus sonidos, los sustancio. Hablando en castellano, en ese castellano vulgar y aquilatado que hablamos cada día, sin pensar cuánto y cuánto de lírico sentido, popular y encarnado presupone, entrañamos. Hablando en castellano, recojo con la zarpa de mi vulgar desgarro las cosas como son y son sonando. Mallarmé estaba inventado el día que nuestro pueblo llamó raso a lo que es raso. Hablando en castellano, los nombres donde duele, bien clavados, más encarnan que aluden en abstracto. Hay algo en las palabras, no mentante, captado, que quisiera, por poeta, rezar en buen castellano. Gabriel Celaya, en su libro “Cantos Íberos” |