Hoy me es grato compartir en el ambigú, una fábula de Alejandro Jodorowsky, inspirada en dos cartas del Tarot: El Loco y el Ermitaño, que espero os haga reflexionar y os sirva tanto como a mi. J.L.Soba
El Loco y el Ermitaño
n ciudadano se volvió loco, tomó un cayado, una bolsa con pan y se fue a recorrer bosques, valles y montañas. Las zarzas dejaron su traje hecho harapos, el sol ennegreció su rostro y las piedras se comieron la suela de sus zapatos. Convertido en esperpento, perseguía a las mariposas, queriendo revolotear con ellas. Sin embargo en la miseria de su aspecto brillaba una luminosa sonrisa. Era tal la alegría de esa expresión que los insectos venían a chocar contra sus dientes, atraídos como por un foco… Una noche pasó frente a la caverna donde vivía un ermitaño. Al ver al orate, el anciano se inquietó:
“Este pobre camina sin mirar la tierra. El suelo está lleno de trampas para bestias, de espinas y precipicios.¡Debo salvarlo!”
Tomó una lámpara y trató de dársela al loco. Este quiso asir la llama creyendo que era una mariposa más intensa que las otras y, al quemarse, la arrojó lejos.
Viendo que no había manera de razonar con él, el anacoreta abandonó su retiro para avanzar delante del extraviado, para alumbrarle el camino. Al cabo de un rato miró hacia atrás y constató consternado que el loco hacía mucho que había dejado de seguirlo para ir en pos de las luciérnagas. Lo encontró hundido en un pantano, menos preocupado de ahogarse que de salvar las pequeñas luces que sostenía en su palma.
El viejo le alcanzó una rama, lo lavó, lo secó y cuando el demente volvió a caminar, terco como todos los sabios que siempre quieren terminar lo que comienzan, otra vez le alumbró el paso, pero en lugar de darle la espalda, avanzó retrocediendo. El insano, como hacia donde quiera que avanzara se encontraba alumbrado, corrió cada vez más rápido. El ermitaño retrocedió haciendo un máximo uso de sus esqueléticas piernas. Llegaron hasta un precipicio. El ermitaño, sin tener ojos en la nuca que lo advirtieran del peligro, se precipitó en el abismo. El loco, siempre sonriente, corrió hacia los bosques en pos de un fuego fatuo.
Es bueno ayudar a los otros, pero no hay que olvidar, al mismo tiempo, de ayudarse a sí mismo.
Alejandro Jodorowsky
Excelente relato que me recuerda a esas personas que piensan en salvar a otras sin comprender que su responsabilidad es hacerlo consigo mismas …y si alguien se lo pide…entonces actuar y comprender que es un servicio que no le sitúa ni por encima ni por delante de nadie. Máximo respeto a todos los seres. 🙏
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Namasté