Don Matías “El Doctor” de Torrecilla
Don Matías, médico de cabecera de la Seguridad Social, durante muchos años en el pueblo camerano de Torrecilla, se ve obligado por su edad a jubilarse.
El viejo doctor estaba muy aburrido después de haberse jubilado, así que decidió abrir una consulta privada en el pueblo, donde también vivía, para ayudar a sus paisanos.
Puso un letrero a la entrada de su consulta, que decía: “Doctor jubilado con mucha experiencia. Obtenga su tratamiento por 500 euros y si no se cura recibirá 1000…”
La plaza de Don Matías, se la habían adjudicado a Iván, un tan joven como engreído médico que creía que podía divertirse y hasta ganar dinero a costa del anciano médico.
Así que decidió ir a visitarlo, divertirse y de paso, ganarse los 1000 euros de recompensa. Entonces sucedió esto:
Iván: Don Matías, he perdido totalmente el gusto de mi boca. ¿Me podría ayudar?.
Don Matías: “Enfermera, por favor traiga la medicina de la caja 22 y le da tres gotitas en la boca al señor”.
Iván: “¡Puaj, que asco! ¡esto es gasolina!”.
Don Matías: “¡Felicidades! Usted ha recuperado el gusto.
Me debe 500 euros”.
Iván se retiró muy enojado por el truco de su anciano colega y decidió volver un par de días después para recuperar su dinero.
Iván: Don Matías, “He perdido mi memoria. No recuerdo nada”.
Don Matías: “Enfermera, por favor traiga la medicina de la caja 22 y le da tres gotitas en la boca del paciente”.
Iván: “¡Bah! ¡No lo haga! Eso es gasolina”.
Don Matías: “¡Felicidades! Veo que ha recuperado su memoria.
Me debe 500 euros por favor”.
Nuevamente Iván, el médico joven se va muy enfadado de la consulta del viejo doctor, habiendo perdido ya mil euros.
Pero Iván, aparte de engreído, era tan terco que decidió volver una semana después para recuperar todo su dinero.
Iván: Don Matías, Mi vista se ha vuelto muy débil.
¡Con suerte puedo ver un poco!”
Don Matías: “Lo siento, pero para eso no tengo ninguna medicina.
Así que aquí tiene sus 1000 euros de vuelta (y le entrega un billete de 10 euros).
Iván: “¡Pero esto son solo 10 euros!”
Don Matías: “¡Felicidades! Veo que ha recuperado su vista.
Son otros 500 euros por favor”.
Iván, el jóven médico, totalmente avergonzado por la lección que le acababa de dar Don Matías, no pudo por más que pedirle perdón por haber intentado ridiculizarle, a lo cual el viejo doctor contestó:
Este gesto de arrepentimiento, te honra Iván, y por ello te voy ha regalar, para que la tengas siempre presente en tu vida esta tarjeta con una hermosa oración de Tomás Moro:
Felices los que saben reírse de sí mismos,
porque nunca terminarán de divertirse.
Felices los que saben distinguir una montaña de una piedrita,
porque evitarán muchos inconvenientes.
Felices los que saben descansar y dormir sin buscar excusas porque
llegarán a ser sabios.
Felices los que saben escuchar y callar,
porque aprenderán cosas nuevas.
Felices los que son suficientemente inteligentes,
como para no tomarse en serio,
porque serán apreciados por quienes los rodean.
Felices los que están atentos a las necesidades de los demás,
sin sentirse indispensables,
porque serán distribuidores de alegría.
Felices los que saben mirar con seriedad las pequeñas cosas
y tranquilidad las cosas grandes,
porque irán lejos en la vida.
Felices los que saben apreciar una sonrisa
y olvidar un desprecio,
porque su camino será pleno de sol.
Felices los que piensan antes de actuar
y rezan antes de pensar,
porque no se turbarán por lo imprevisible.
Felices ustedes si saben callar y ojalá sonreir
cuando se les quita la palabra,
se les contradice o cuando les pisan los pies,
porque el Evangelio comienza a penetrar en su corazón.
Felices ustedes si son capaces de interpretar
siempre con benevolencia las actitudes de los demás
aún cuando las apariencias sean contrarias.
Pasarán por ingenuos: es el precio de la caridad.
Felices sobre todo, ustedes,
si saben reconocer al Señor en todos los que encuentran
entonces habrán hallado la paz y la verdadera sabiduría.
Namasté