Hoy retomo el ambigú, despues de unas cortas pero maravillosas vacaciones en tierras gaditanas, principalmente en Cádiz, la capital, que tanto me recuerda a La Habana y que ya conocía de mi estancia en la «mili», pues aunque la hice en Ceuta, el campamento lo realicé en «Campo Soto» en San Fernando. Ha sido unos días de maridaje entre restos fenicios y romanos, monumentos de todos los estilos, playas de ensueño y gastronomía, en fin que os lo recomiendo, sobre todo por sus gentes tan abiertas, simpáticas y siempre dispuestas a ayudarte. En homenaje a esa bella ciudad os dejo con un poema de su hijo José María Pemán:

Cádiz, vista de la Catedral desde el Malecón, foto J.L.Soba
Piropo a Cádiz
No eres tú, una vez más, la pandereta
clara y chillona de Andalucía,
con su cascada, en blondas, de alegría,
sobre el carey de la peineta.
Tú, clara y fina, un poco genovesa
y un poco peruana,
toda vestida, sin engaño, de esa
blancura lisa y llana
de la cal de Morón; tú, blanca y pura,
tú eres la señorita
del Mar, novia del Aire;
la que no necesita
del colorín para que su donaire
encelen mar y cielo;
con tu falda de vuelo
plata, verde y azul, y la sencilla
gracia de tu pañuelo
de seda y espumilla
sobre el talle flexible de palmera.
Desde la gracia altiva y marinera
del Carmen, con sus altos torreones,
un poco aztecas y, a la par, un poco
floridos por el énfasis barroco
con que en la prora de los galeones
cantaba Iberia su canción ufana
de hidalgo en la ruina;
y la plaza de Mina,
con la húmeda ternura italiana
de sus dioses desnudos
sobre los terciopelos verdioro
de las hojas de octubre; y el decoro
de los viejos escudos;
y la risa
de las portadas donde el mármol sube,
torcido y ágil bailarín, la nube
blanca y rosa, a escalar, de la cornisa:
todo es gracia de América y de Italia;
todo ha venido, por el mar, cantando,
a unirse en este blando
lazo de humanidad y de cultura;
en este centro blanco de armonía,
claro de gracia y múltiple de acento,
abierto a todo el viento
y a toda la ironía…
Cádiz universal, libre y humano
a fuerza de divino;
pacífico artesano
al estilo oriental, verboso y fino
en la gracia sencilla de sus tiendas;
Cádiz, todo florido de balcones,
de minaretes laicos sin santones
y de calles angostas sin leyendas.
Todo es en ti blancura
de gracia y doncellez: todo, la anchura
luminosa del cielo
y el desvelo
de amor en la angostura
de la calle; y el ansia y el anhelo
con que, llena de risa y de algazara,
se abre, al viento galán, la gracia clara
del patio azul y el abra de herradura.
Todo: y el aniñado
paso de paje, tímido e incierto,
con que te llevan, llenos de ufanía,
San Fernando y el Puerto,
la cola blanquiazul por la bahía.
Todo: y esa alegría
de bailador gitano y de torero,
con que yo, prisionero
de tus gracias divinas,
ante el pisar menudo de tus finas
zapatillas de espuma y el donaire
de tu porte y tu garbo y señorío,
tiro la capa de este verso mío:
¡Señorita del Mar, novia del Aire!
José María Pemán (Cádiz, 189-1981) de su libro dedicado a Cádiz, Señorita del mar (1934).
Una gaditana enamorada de su tierra que no conocía este poema. Gracias por compartir. Voy a intentar adquirir el título. Un saludo.
Me agrada el haber servido de intermediario entre este bello poema de Pemán y una gaditana. Gracias por tratarnos tan bien a todos los que os visitamos.
Namasté