La magia de sus dedos

 

La magia de sus dedos

(Para Joaquín Sabina, que me salva de tantas cosas)

Los flexibles, largos dedos
de la voz de Sabina
se abren paso entre mis poros
y saben alcanzar mi corazón
y tocarlo justo ahí donde más duele.

Lo escucho con devoción,
él y yo solos, con el eco que me envuelve.

Me hace llorar y bailar a la vez,
me lleva allí donde habita el olvido
y mientras caminamos
riega la planta de mi memoria
diciéndome que Buenos Aires le mata,
como a mí. Recorro el mundo de su mano,
me transporta a La Habana, a Praga,
me hace viajar a años sin abril, a calles melancolía,
me hipoteca el alma, me estremece el ánimo
me da vida y hace que, de repente,
me sobren los motivos para seguir viva.

Cambiaría el paraíso por bailar un bolero
agarrada a su cuello mientras él,
en los roncos susurros de su voz,
me asegurase con pasión
que no es demasiado tarde, princesa
aunque yo sepa que si lo es.

A la hora de cenar, siempre sería para mí el vinagre
y para él las rosas sin espinas .

Me hace imaginar, como veis,
que los sueños aún son posibles,
que cualquier día, en cualquier esquina
me dará el sol en la cara y rozaré,
por un instante, la felicidad.
Y él, de fondo, estará presente.

Julia Baigorri

De su tercer libro «Las lánguidas libélulas», publicado por la editorial Endymion.

Julia Baigorri (Alberite, La Rioja, 1947), Poeta (ella no se considera así) de versos sin rima, pero con alma, que nunca retoca, pues tal como nacen, pacen, y que se define así:

«Soy una escribidora que echa fuera lo que tiene dentro»                                                       «Yo enchufo la pluma por aquí (se señala al corazón) y sale lo que sale»                                «No puedo escribir cuando me siento contenta; tengo que estar en un estado de languidez, de melancolía»

Su primer libro, ‘Deshabitándonos’, vio la luz en el año 2006 y «era una mezcla de sentimientos». El segundo, ‘Pretérito imperfecto’ (2013) «fue un como una catarsis porque en apenas ocho meses fallecieron mi marido y mi madre, y me sirvió para hacer el duelo; era muy triste».
Su tercer libro, ‘Las lánguidas libélulas’, «Me encantan las, también menciono mucho a las cigüeñas y tengo debilidad por las esdrújulas, me parecen palabras muy sonoras».

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